Mi experiencia:
El día 1 de Diciembre de 1970 vine destinado a la Agencia de Extensión Agraria de La Palma del Condado, mi primer destino después de superar unas de las mas largas oposiciones que se hacen a un Organismo del Ministerio de Agricultura, pues empecé el primer examen a primeros de Diciembre del año 1969, después de superar las tres primeras pruebas, me incorporé al Curso de Formación para Agentes de Extensión Agraria el día 4 de Mayo de 1970, en una Escuela de Capacitación Agraria, situada junto a la ciudad de Palencia. Una vez aprobado este curso formativo de tres meses de duración, me incorporo a primeros de Agosto a la Agencia de Extensión Agraria de Osuna para realizar las prácticas durante cuatro meses, otra prueba a superar, y por fin el 28 de Noviembre juro el cargo en el Centro Regional de Andalucía Occidental, situado en la ciudad cordobesa de Montilla, y a los tres días en La Palma.
Antes de todo esto tuve que estudiar la carrera de Ingeniero Técnico Agrícola, que lo hice en la Escuela Universitaria de El Cortijo del Cuarto, situada en la barriada de Bellavista de Sevilla, estudiaba mientras trabajaba como Maestro Nacional, destinado a la Campaña Nacional de Alfabetización dando clases de adultos en algunos pueblos cercanos a Sevilla, como Bollullos de la Mitación y Umbrete, esta otra carrera la terminé el año 1963, y ese mismo año empecé a trabajar como Maestro Interino en la localidad de La Algaba, donde también el 28 de Noviembre tomé posesión de este mi primer destino como funcionario en la Administración Civil del Estado. Al año siguiente 1964 aprobé las Oposiciones de Magisterio.
Al cumplir los 65 años en Mayo de 2009, conseguí la jubilación después de mas de 45 años de servicio en la Administración. Y ahora acabo de cumplir mis primeros 42 años como vecino de La Palma del Condado.
Sería muy largo contar todas las experiencias vividas en estos 42 años dedicados a la agricultura onubense y palmerina en particular, he sido testigo y partícipe en primera línea de la evolución agrícola de esta provincia, del nacimiento del cultivo de la fresa, principal motor del desarrollo vertiginoso de la Costa onubense, de los otros cultivos que vinieron detrás como la frambuesa, el arándano, la mora, etc. y algunos que se quedaron por el camino, como los claveles y otras flores cortadas, y digo esto porque tuvieron muy corta vida, menos de cinco años.
Y ahora, después de la jubilación, me dedico a matar el gusanillo, practicando la horticultura ornamental, con la producción de plantas en macetas en el vivero de mi hijo en Villarrasa, empresa que creamos a nivel familiar en La Palma del Condado en el año 1995, por eso se llama Plantas de La Palma, S.L., los primeros socios fueron mi esposa y mi hijo Juan Fernando, después entró como socio mi hijo Antonio al cumplir los 18 años. Ahora tiene 35 años y es el que dirige la empresa. - - -
Hoy es domingo 13 de Enero de 2013, y la vida sigue a pesar de los malos augurios de los mayas, cuando echo la vista atrás veo a cuantos amigos he dejado por el camino, unos mayores y otros mas jóvenes, ¡hay que ver lo que da de sí toda una vida!. Algún amigo me ha animado a escribir mis memorias, pero soy muy perezoso para ello y no creo tener las suficientes cualidades literarias para eso.
Lo que si me animo es a contar ciertas anécdotas e historias de personajes curiosos, que por sus valores humanos si son dignos de mención. Uno de los que mas me impactaron, al poco tiempo de estar viviendo en La Palma del Condado, fue mi buen amigo Manuel Bernal Romero, conocido también por el apodo de "La Liebre". Cuando lo conocí tendría algo mas de cincuenta años y yo unos 27 o 28, tenía su propia filosofía, un trabajador nato que, huérfano desde muy pequeño, iba a trabajar al campo agarrado a la falda de su madre, que en aquellos tiempos difíciles tuvo que sacar a su prole adelante ella sola.
Manuel tenía varias finquitas,o dicho de otro modo parcelas agrícolas de pequeño tamaño, que las cuidaba con gran esmero, pues eran las que su madre, con tanto sacrificio, las había trabajado, y antes de ella su padre, al que el apenas conoció. Una de ellas estaba en el paraje llamado: "El Carnicero", podía tener algo mas de 5.000 m2., la formaban dos terrazas, una de tierra calma y otra plantada de naranjos, donde estaba el pequeño pozo para el riego. Los naranjos eran de una variedad común en esta zona del Condado, denominada "de la China", de un porte alto, unos 10 - 12 metros; y abierto, cultivados tanto en riego como en secano, éstos se regaban de una forma particular, con una poceta en forma de corona circular, a una distancia de mas de un metro del tronco y que cubría la zona de goteo de sus ramas. La zona cercana al tronco no se regaba sino que estaba con las raíces superiores descubiertas, para evitar humedades en esa parte del árbol que es muy sensible al hongo de la fitoctora, que llega a secar a los árboles atacados, y precisamente esta clase de naranjos dulces, procedentes de semillas y sin injertar por lo que cada ejemplar es diferente a los demás, aunque muy parecidos, en esa parcela había unos 15. Los frutos son pequeños y tienen muchas semillas, pero muy dulces, algunos de estos ejemplares llegaban a producir mas de 500 kilos al año.
Mi amigo Manuel vendía estas naranjas en su casa, donde iban numerosos paisanos conocedores del buen sabor de estos frutos, tomándose en forma de zumo, del que eran muy abundante. También tenía otros naranjos del mismo tipo en una parcela en el paraje de "Los Parrales".
La mayor parcela la tenía en el paraje denominado "La Huerta de Baya", allí le dió por hacer un pozo de gran tamaño que le permitiera regar toda la parcela, y como no tenía dinero suficiente para hacerlo, pidió un préstamo de 500.000 pesetas a un prestamista de Sevilla, eso sería por el año 1965, y el interés sobre el 20%, como no conseguía suficiente dinero para pagar amortizaciones e intereses, solo pagaba éstos y no llagaba nunca a amortizarlo, así que a los pocos años de conocerlo le di un consejo para poder pagar este préstamo: "Mira Manuel siembra esta parcela entera de remolacha azucarera" y así lo hizo y en aquellos años este cultivo estaba poco mecanizado por lo que era necesario emplear mucha mano de obra, pues bien estos jornales los fué pagando con lo que obtenía con la venta de las naranjas, y cuando recogió la remolacha y cobró su importe, consiguió suficiente dinero para poder pagar todo el préstamo con los intereses de ese año, y pudo dormir tranquilo al no deberle nada al prestamista.
Para poder realizar todo el trabajo de sus fincas se auxiliaba con dos obreros de su confianza, que trabajaban con el casi todo el año, se desplazaban a ellas a lomos de mulos y Manuel sobre su borriqulla, que era presta y sumamente ligera, y en ellos traían al pueblo los frutos que cada día recogían. La jornada comenzaba al alba y terminaba al atardecer, pero Manuel no descansaba cuando llegaba a su casa, sino que se lavaba y se iba a su bodeguita a servir el vino de su cosecha a cuantos gustaban de ello y participaban de un rato de tertulia donde comentaban los sucesos del día y lo bueno que estaba el vino de Manuel.
Alguna que otra tarde iba a verlo a esta bodeguita y a tomar una copa de vino, mientras comentaba algo con alguno de los que allí solían estar. Así que a partir de unos comentarios que realicé un día nació una gran empresa, llegamos a constituir una cooperativa de consumo, que luego se llamó de San Juan Bautista, y que aún persiste después de mas de treinta años de vida. Esta cooperativa es una de las mas saneada de este tipo en Andalucía. Creo que en lo referente a mi amigo Manuel no referiré mas comentarios, pues alargaríamos mucho esta página.
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